Las 12 calles más bonitas de Quito

Portada: Arco colonial, acuarela de Enrique Madrid (2002).

Si viajar por el mundo y adentrarse en la cotidianidad de las ciudades que visitan es hoy por hoy una experiencia vital para la mayor parte de turistas, que buscan así una visión más auténtica e inolvidable de la cultura y costumbres locales. Es justo decir, entonces, que caminar entre las calles y callejuelas, deteniéndose a admirar la arquitectura, reparando en los detalles de la gente en su trajín diario y sentándose en un café o restaurante a probar platos de la gastronomía propia del país, se constituye como la mejor manera de alcanzar ese objetivo experimental único para llevarse a casa como el mejor recuerdo del viaje.

Es por eso que hoy te traemos una lista de las doce calle más bonitas de Quito, ubicadas en diferentes puntos de esta andina y vibrante ciudad que vive entre imponentes conventos virreinales y altas torres contemporáneas de oficinas, con una variedad de atractivos levantándose a lo largo de sus trayectos, y sobre todo con el detalle único de haber sido escogidas por los mismos quiteños en una encuesta online realizada en mayo de 2020, durante aquellos duros momentos del confinamiento en casa por la pandemia mundial del Covid-19, por lo que sin duda viene cargada de nostalgia local por los lugares más auténticos de la urbe.

12. Avenida Amazonas

Avenida Amazonas, por Global Greenways (2017).
Con una longitud de 8 kilómetros y considerada una de las principales arterias viales de la ciudad, el pintoresco tramo al que nos referimos en este artículo corresponde únicamente al que cruza el sector de La Mariscal, entre las avenidas Orellana y Patria, en el centro turístico y comercial. Fue trazada en la década de 1920 como eje de la elegante y exclusiva ciudad-jardín creada al norte de los campos del Ejido, y que por entonces se encontraba a las afueras de la ciudad, siendo su nombre original avenida del Centenario. Algunas de las hermosas mansiones construidas por la aristocracia quiteña hasta la década de 1950, aún se encuentran de pie y pueden ser admiradas si levantas la mirada más allá de los locales comerciales que hoy ocupan el lugar de lo que un día fueron hermosos jardines.

Hoy, en las amplias aceras caminables y frondosos árboles que ponen el toque de verdor, han proliferado hoteles, tiendas de artesanías para turistas, comercios de todo tipo y, sobre todo, sitios para detenerse un tiempo y degustar deliciosa gastronomía proveniente de todos los rincones del mundo, tomarse un aromático café para el tradicional frío de la tarde quiteña, reunirse con amigos a beber unos tragos antes de salir a algunas de las discotecas de la zona, o simplemente disfrutar de un jugo de aquellas frutas exóticas ecuatorianas mientras ves a los quiteños hacer su vida diaria.

Tres puntos podrían considerarse los highlights del recorrido, que puede realizarse en aproximadamente treinta minutos, destacando en primer lugar la pequeña Plaza Veintemilla con su hermosa y desconocida Fuente de La Patria, en el cruce con la calle Ignacio de Veintemilla. Después, en la esquina con Jorge Washington encontraremos la llamada Plaza de los Presidentes, en la que se levantan cuatro bustos de los mandatarios ecuatorianos Vicente Rocafuerte, Eloy Alfaro, José María Velasco Ibarra y Gabriel García Moreno. Pero quizá el más recomendable es el nacimiento de la avenida sobre la Patria, en donde ésta remata con la espectacular vista del Arco de La Circasiana, la escultura de La Lucha Eterna y el amplio espacio del centenario parque El Ejido, perfecto para descansar después de haber paseado por la Amazonas.

11. Bulevar 24 de Mayo

Bulevar 24 de Mayo, por Quito Informa (2013).
Ubicado en lo que por siglos fue el extremo sur de la ciudad, a los pies de la milenaria colina del Panecillo o Yavirak, este bulevar guarda el secreto de una antigua garganta por la que discurrían las aguas de la Chorrera, una fuente de agua que la gente de Quito aprovechó desde mucho antes de la llegada de los incas y españoles, y que fue rellenada por el Cabildo a inicios del siglo XX para facilitar el paso entre un lado y otro, desencadenando así también la expansión de la mancha urbana hacia las llanuras de Turubamba, al sur, donde fue absorbiendo pueblos como La Magdalena y Chillogallo.

Es necesario conocer que la titánica empresa de relleno terminó coronada con la construcción de un bulevar neoclásico, dedicado al paseo de los quiteños y concebido como un homenaje a la Batalla de Pichincha, gesta con la que un 24 de mayo de 1822 el actual territorio ecuatoriano obtuvo su independencia definitiva. Aunque lo que apreciamos hoy dista mucho de aquella visión europeizada original, pues vemos el producto de un rediseño total del espacio a inicios del siglo XXI, durante la alcaldía de Augusto Barrera Guarderas, para convertirlo en un lugar más seguro y apropiado para eventos culturales masivos.

El bulevar recorre apenas medio kilómetro, pero las vistas que se obtienen desde él son realmente magníficas. Así, al occidente tenemos el imponente volcán Pichincha, la Cima de la Libertad y el edificio neogótico del antiguo Protectorado Católico (hoy mercado de muebles de San Roque); al oriente la colina de Puengasí y Monjas, la Quebrada del Censo y el antiguo edificio del Terminal Terrestre de la ciudad, actualmente convertido en un centro cultural y deportivo para los habitantes del Centro Histórico. Al norte una muralla de mansiones neoclásicas interrumpida únicamente por la pequeña Capilla del Robo, cuya curiosa historia es digna de averiguar a los vecinos; y al sur destaca la colina del Panecillo, sitio de adoración prehispánico y mirador natural de toda la ciudad, en cuya parte más alta se encuentra la colosal estatua de aluminio de la Virgen de Quito, la más alta del mundo en su tipo.

10. Bulevar Naciones Unidas

Bulevar Naciones Unidas, por Diario El Universo (2016).
Ubicado en pleno corazón financiero de la ciudad, en el costado norte del parque La Carolina, los 75 metros que separan una acera de la otra, así como los seis carriles que posee junto a las amplias caminerías arboladas, convierten a este moderno bulevar en la avenida más ancha de Quito. Recorre un aproximado de 2 kilómetros entre sus extremos occidental, sobre la avenida América, y oriental en la 6 de Diciembre, conectando importantes y tradicionales centros de comercio retail como Plaza de las Américas, Centro Comercial Caracol, Centro Comercial Iñaquito, Centro Comercial Naciones Unidas y Quicentro Shopping.

Su nacimiento sobre la avenida América está marcado por una gran fuente de agua, mientras que el final destaca por la presencia del imponente Estadio Olímpico Atahualpa, levantado por el Municipio de la ciudad en la década de 1950 en estilo art-decó, y que después pasaría a manos de la Concentración Deportiva de Pichincha. El conjunto deportivo está precedido por una gran plaza en la que se encuentra la escultura de Los Atlantes, obra de Francisco Durini Cáceres para una agencia bancaria del Centro Histórico alrededor del año 1925.

Totalmente rediseñado en 2013, sus amplias aceras de veinte metros de ancho con arbolado nativo de la región andina y espacios para el descanso, han convertido en un eje cultural al tramo del bulevar comprendido entre las avenidas 10 de Agosto y 6 de Diciembre. Exposiciones al aire libre y eventos de danza y música pueden son frecuentes, así como una variedad de transeúntes que van desde los oficinistas de la zona, hasta deportistas, adolescentes y turistas.

La alta concentración de torres de oficinas, así como de modernos edificios de apartamentos, todos construidos entre finales del siglo XX y la actualidad, han convertido al Bulevar Naciones Unidas en la avenida con mayor plusvalía del país, y un estudio denominado Main Streets Across the World, elaborado por la consultora internacional Cushman & Wakefield a finales de 2015, la ubica en el puesto número 62 de importancia a nivel mundial y doceava en Sudamérica, superada por cuatro avenidas en Argentina, seis en Brasil y una en Colombia.

09. Avenida República de El Salvador

Avenida República de El Salvador, por Hotel Le Parc (ca.2015).
Vecina al Bulevar Naciones Unidas, que constituye su extremo norte, esta avenida concebida a mediados del siglo XX como eje de una zona residencial para la clase media-alta, acabó convirtiéndose desde la década de 1990 en el centro empresarial de la ciudad, donde a día de hoy tienen su sede las principales corporaciones e industrias del país. Su extremo sur, que le conecta con la avenida de los Shyris, constituye además su conexión directa con el parque La Carolina, pulmón verde del hipercentro quiteño.

En su recorrido de poco más de un kilómetro se puede apreciar una serie de altas torres de oficinas construidas en diferentes estilos que siguen levantándose hasta la actualidad debido al prestigio de la avenida. Entre los edificios de ladrillo visto, cortinas de cristal y cubiertas de alucobond, son pocas las casonas que aún se pueden apreciar de aquellas que un día fueron las construcciones originales del sector, todas convertidas en centros de servicios para los oficinistas, como restaurantes, cafeterías y tiendas.

La República del Salvador, como se la conoce popularmente entre los locales, es una de las pocas calles de la ciudad que presenta un alto movimiento hasta muy tarde en la noche, pues en un Quito que tradicionalmente duerme temprano debido al clima, son empresarios y agentes comerciales quienes siempre han roto la regla, y la gran mayoría se encuentran concentrados en las oficinas de esta avenida. En años recientes recibió una renovación de aceras y jardineras, dejando el característico toque verde que le dan los álamos blancos y las palmeras del parterre central.

08. Pasaje Espejo

Pasaje Espejo, por Marcesplace (2011).
Esta pintoresca calle peatonal del Centro Histórico nace al occidente en la calle Benalcázar, junto al Palacio de Gobierno, cruza el pretil de la Catedral Primada con su privilegiada vista hacia la Plaza Grande, y continúa hacia el oriente hasta morir en la Antonio Almeida, ya en el tradicional barrio de San Marcos. Si bien su extensión total es de 0,7 kilómetros, nosotros nos referiremos únicamente al tramo comprendido entre las calles Benalcázar y Flores, que es precisamente el que se encuentra acondicionado para el tránsito de personas a pie únicamente.

Cuando a finales de la década de 1970 se construyeron las plataformas únicas de la Espejo y la Chile, ambas se convirtieron en el primer experimento de peatonización en la ciudad, siendo pocos los que creyeron que gozarían del éxito que tienen en la actualidad. La Espejo en particular se convirtió en un corredor cultural, que con los altos árboles de platán y las hermosas mansiones que se levantan a sus costados, fue el escenario perfecto para que los quiteños se sintieran de pronto en una vía parisina o londinense, provocando la proliferación de restaurantes y terrazas al aire libre para los turistas.

Además del Palacio de Gobierno y la Catedral que hemos mencionado antes, este pasaje cuenta con hermosas vistas arquitectónicas para quien sabe apreciarlas, como el Pasaje Baca con su hermoso ingreso adornado por romántico fresco público; el edificio art-decó de La Previsora, considerado el primero de la ciudad en altura; el neorenacentista Palacio Chiriboga, frente a la hermosa Plaza Chica y los puestos de flores; el magnífico Teatro Bolívar con su característica fachada art-nouveau y la rica historia que encierra entre sus paredes; la mansión de los Marqueses de Maenza, poderosos nobles de la época virreinal; y la imponente iglesia de Santa Catalina junto al convento de clausura homónimo.

07. Camino de Orellana

Camino de Orellana, tomado de Skyscrapercity (ca.2015).
Si Guápulo constituye uno de los parajes más hermosos de la ciudad, con su espectacular vista a la garganta del río Machángara mientras éste rompe las montaña para avanzar hacia el valle de Cumbayá-Tumbaco, su ancestral vía de acceso no es menos impresionante para quien se aventura a visitar aquel centenario pueblito que de a poco se convirtió en parte de la mancha urbana quiteña. Su recorrido de 1,3 kilómetros nace junto al Hotel Quito en la avenida González Suárez, con el nombre de Rafael León Larrea, para dos cuadras más abajo tomar el de Camino de Orellana hasta su extremo oriental en la Plaza de Guápulo.

Si no te impresiona su constante trazado lleno de pronunciadas curvas para salvar hábilmente el escarpado terreno que lleva hacia la pequeña planicie en que se asienta el poblado, seguro lo hará su empedrado sin aceras que recuerda cómo eran las calles de ese Quito que sucumbió a la modernidad, o las pintorescas casas de colores llamativos y techos de teja que cuelgan de la montaña, y hoy son ocupadas por galerías de arte, cafés, restaurantes y bares. Pero si aún así nada de esto te parece suficiente, el Camino de Orellana es una de las pocas vías en las que los grafittis de las paredes se han convertido en verdaderas obras de arte público gracias a las manos de hábiles artistas de la corriente muralista contemporánea.

El premio de haber bajado la vía lo encontrarás sobre todo al final de la misma, donde se puede admirar la Iglesia de Nuestra Señora de Guápulo, una advocación local de la Virgen de Guadalupe de Extremadura (España), cuyo templo es uno de los más hermosos de toda la ciudad. En el trayecto te encontrarás también con antiguas casas típicas de los pueblos andinos, grandes casonas de hacienda y algunos novedosos edificios aterrazados de apartamentos, que son hoy apetecidos como vivienda para mucha gente que busca un lugar diferente, como diplomáticos, arquitectos y artistas.

06. Calle La Ronda

Calle La Ronda, tomado de Travel Fashion & Ladies (ca.2015).
Su nombre moderno es calle Juan de Dios Morales, un prócer de la Independencia ecuatoriana, pero los quiteños no han dejado de llamar a esta curiosa y curveada vía por el nombre virreinal de La Ronda, que provendría de las callejuelas que rodeaban internamente las murallas medievales de las ciudades españolas, y que recuerdan mucho a este rincón. La mencionada irregularidad del trazado, que rompe totalmente con las tradicionales calles rectas de la zona histórica, se debe a que originalmente seguía el borde de la Quebrada de Ullaguangayacu, rellenada para construir el Bulevar 24 de Mayo del que hemos hablado antes, y por la que los habitantes anteriores a los incas bajaban hacia el riachuelo para bañarse o lavar sus granos.

Su poco más de medio kilómetro de recorrido inicia en el Paseo de las Siete Cruces al occidente, y termina en el Parque Urbano Cumandá al oriente, entre casas de fachadas virreinales sencillas y otras neoclásicas más elaboradas de la época republicana. Detalles especiales para el paseante son sin duda pasar bajo dos túneles: el de la calle Venezuela, que es la vista más famosa de La Ronda y fue construido a inicios del siglo XX por orden del presidente Eloy Alfaro; y el de la avenida Maldonado, también conocido como Túnel de la Paz, construido en el siglo XIX por el ingeniero Thomas Reed por encargo de Gabriel García Moreno.

La rica historia de esta callejuela incluye haber sido lugar de residencia de la nobleza aborígen durante los primeros años tras la fundación hispana de Quito, hasta que durante la primera mitad del siglo XX se convirtió en el corazón bohemio de la ciudad, donde los tan recordados dúos musicales daban serenatas a las jovencitas, o se reunían junto a intelectuales en las fondas y casas particulares de amables anfitriones, como la famosa Negra Mala hacia el lado de la calle Venezuela. Así, hoy La Ronda se ha constituido como uno de los principales atractivos que ofrece el Centro Histórico al turista.

05. Calle Junín

Calle Junín, por Diario El Comercio (ca.2015).
El bellísimo barrio de San Marcos constituye uno de los pocos reductos del Centro Histórico que aún mantienen su carácter residencial, en el que los vecinos se conocen, recorren sus tranquilas calles, compran a sus propios artesanos, y donde la calle Junín se constituye como la columna vertebral de la comunidad, pues es la que conecta este idílico rincón con las ajetreadas vidas comerciales y turísticas de los alrededores. Se extiende por 0,62 kilómetros, entre la calle Flores al occidente, y una cuchara sin salida al oriente; aunque la sección más pintoresca es la que empieza tras el Monasterio de Santa Catalina, y llega hasta el parque, en la calle Javier Gutiérrez.

Y si en el mundo se dice que todos los caminos conducen a Roma, es necesario mencionar que en San Marcos todos los caminos llevan al parque de la pequeña Iglesia, que con su fuente de piedra tallada a modo de trébol de tres hojas y hermosos espacios ajardinados, te invita a sentarse bajo la sombra de frondosos árboles mientras alimentas a las palomas y ves pasar a la vecindad. Algo más estrecha que sus similares de la zona, la calle Junín destaca por concentrar en su corto trayecto una variedad enorme de estilos arquitectónicos, desde el virreinal conventual con la gran muralla posterior de Santa Catalina, el virreinal civil en el Museo Muñoz Mariño, el neoclásico y neocolonial de la mayoría de sus mansiones, hasta el art-decó y el racionalismo de un par de casas y edificios de poca altura que, a pesar de todo, no rompen para nada con el encanto ni la estética atemporal.

En los últimos años la magia de balcones adornados con geranios que ofrece San Marcos en general, y la calle Junín en particular, han atraído a varios negocios relacionados con el turismo, como dos importantes hoteles boutique que se encuentran entre los más prestigiosos de la ciudad, museos como el de arquitectura, de la acuarela o de la vida de Manuela Sáenz, restaurantes tradicionales y gourmet, bares alternativos y otros negocios que conviven con los talleres de artesanos sanmarqueños de toda la vida, sobre todo relacionados con la ebanistería, la restauración y el arte.

04. Calle León

Calle León, imagen propia (2020).
Es probablemente la más desconocida de la lista, pero sin duda se ha ganado a pulso de belleza y comunidad su lugar en el top cinco. Ubicada en el tradicional barrio de La Tola, en el Centro Histórico, la calle León recorre 0,6 kilómetros en sentido norte-sur, siendo su extremo más septentrional la calle José de Antepara, mientras que una escalinata que baja hacia el sector de La Marín constituye el límite austral. Sin embargo, la sección que hoy por hoy se ha convertido en un corredor turístico y cultural avanza únicamente hasta la calle Don Bosco, por el sur, y el trabajo de embellecimiento ha sido obra de los vecinos en colaboración con el Municipio, que emprendieron una recuperación integral desde la década de 1990.

El punto de partida es sin duda la plazoleta frente a la tradicional Plaza de Toros Arenas, hoy convertida en escenario de encuentros culturales, y desde allí se puede avanzar en medio de casas y edificios neoclásicos, neocoloniales, art-decó y racionalistas que dejan entrever el dilatado periodo de construcción y poblamiento de La Tola, entre el siglo XIX y mediados del XX. Su estrechez entre frentes produce un sentimiento de calidez y cercanía con la vecindad, permitiendo además apreciar mucho más de cerca los exquisitos detalles decorativos de las fachadas, que en sus puertas invitan a ingresar en un sin número de negocios que van desde tradicionales tiendas de barrio o panaderías, hasta talleres de artesanos, restaurantes y hostales.

El piso del extremo sur del paseo peatonal se ha vuelto famoso entre los turistas por presentar un tablero de rayuela, clásico juego infantil ecuatoriano que consiste en saltar en un pie por varias casillas para alcanzar una pieza que se ha lanzado previamente al inicio. Desde allí se accede con facilidad a dos hermosas iglesias de la comunidad salesiana, parte del complejo educativo Don Bosco que funciona en La Tola desde hace más de un siglo, y que de alguna manera se ha constituido en parte integral de la identidad del barrio, y de la calle León.

03. Pasaje de La Guaragua

Pasaje La Guaragua, tomado de This is Ecuador (ca.2020)
Aunque Guaragua no es para nada su nombre oficial, este tramo de una cuadra de la calle Galápagos ha pasado al imaginario quiteño con aquel sobrenombre que, según la traducción del kichwa, significaría "lugar adornado de estrellas", quizá porque se ubicaba al inicio de los arrabales de la colina de San Juan, a mayor altura que el resto de la ciudad. Lo cierto es que guaragua es un término que también usan los ecuatorianos para referirse a cualquier adorno excesivo, extraño o fuera de lugar, que es justamente lo que parecía a muchos el volumen a modo de arco que desde 1929 cruza la calle y une los dos edificios que se encuentran a cada lado, permitiendo el paso peatonal por debajo.

Es precisamente ese arco, tan extraño y criticado por los quiteños de inicios del siglo pasado, el que se ha convertido en el mayor atractivo y distintivo de este pintoresco pasaje peatonal, que entre escalinatas y descansos se adorna con hermosas casas de estilo neoclásico y primorosos balcones, que albergan en su interior a sus habitantes y negocios tradicionales. Además, desde este punto se puede ingresar al Mercado Arenas, en el que se pueden encontrar toda clase de objetos peculiares, antiguos, de colección y usados.

Habitado y frecuentado por artistas, políticos y socialités, la Guaragua y el barrio de alrededor llegaron a convertirse en lugares tan conocidos durante la belle époque quiteña, que incluso se les dedicó una línea en la popular canción «Chulla Quiteño», considerada el himno mismo de las fiestas de la ciudad. Ha sido además objeto de poemas y cuentos, así como escenario de películas como «Súper Agente 3K3», protagonizada por Ernesto Albán (Don Evaristo) y Leopoldo Fernández (Tres Patines) en 1979.

02. Calle Juan Rodríguez

Calle Juan Rodríguez, por Ramblin' Boy (ca.2015).
Ubicada en el sector oriental del barrio La Mariscal, la Juan Rodríguez es popularmente conocida como la calle de los enamorados por su idílico entorno de hermosas casas que recuerdan a los cuentos de hadas de los campos rurales bávaros, y los frondosos árboles patrimoniales de platán que entrelazan sus copas para formar un túnel que invita a soñar con historias de amores eternos. Recorre apenas 200 metros en sus dos cuadras, entre la avenida 6 de Diciembre al oriente y la calle Reina Victoria al oriente, pero a pesar de ello no resulta desconocida, tanto para quiteños como turistas.

Si bien está enclavada en el vibrante corazón hotelero y de diversión nocturna de la ciudad, la ocupación de sus edificaciones como hostales y locales culturales, convierten a esta calle en un oasis de paz y remanso en medio del ajetreo mariscaleño. Recibe su nombre del padre Juan Rodríguez, un clérigo español que llegó a Quito en 1534, convirtiéndose en su primer párroco y encargado de levantar la primera iglesia de la ciudad, donde hoy se encuentra la Catedral Primada.

La calle es parte del diseño de la Ciudadela Simón Bolívar, que en 1937 trazó el ingeniero Luis Egüez para esta lotización que la Caja de Pensiones (antecesora del IESS) ofrecía a sus afiliados de clase media y media-alta, siendo las viviendas de esta sección destinadas específicamente a la segunda. La calle era conocida por los quiteños de la época como «El Pulguero», pues pulga era precisamente el apodo del ingeniero Egüez.

01. Paseo de las Siete Cruces

Paseo de las Siete Cruces, por Birdingbilly (2010).
También conocido por su nombre oficial de García Moreno, este paseo peatonal inaugurado en 2018 se constituye como la calle más hermosa de la ciudad según los quiteños, y es que no sólo está adornada con hermosas edificaciones a lo largo de sus 1,7 kilómetros de longitud, sino que es la arteria que articula sus varios siglos de historia, desde la época precolombina como unión entre los sitios sagrados de San Juan y El Panecillo, hasta la modernidad como eje turístico del Quito del siglo XXI, que la reconoce además como escenario de algunos de sus más importantes momentos de trascendencia nacional, como el Primer Grito de Independencia que se fraguó en la casa de una notable dama que vivió en una de estas casas.

Las siete cruces a las que hace referencia son humilladeros que se distribuyen en siete imponentes templos o capillas que se ubican a lo largo del recorrido entre las calles Manabí al norte, y Ambato al sur, cada uno digno de ser visitado para maravillarse con sus fachadas e interiores: Santa Bárbara, La Concepción, Catedral Primada, El Sagrario, La Compañía, El Carmen Alto y Antiguo Hospicio San Lázaro. Y en el camino se pueden encontrar otras maravillas como la Plaza de las Conceptas, la Plaza Grande, el Palacio de Gobierno o Carondelet, el Centro Cultural Metropolitano, el Museo Numismático, el Museo del Pasillo, el Arco de la Reina y el Museo de la Ciudad, todos edificios patrimoniales construidos entre el siglo XVI y las primeras décadas del siglo XX.


Después de la explosión turística vivida por la ciudad desde inicios del siglo XXI, el paseo ha despuntado con locales destinados a satisfacer la demanda de los visitantes como hoteles de lujo, restaurantes gourmet, cafeterías, tiendas de artesanías, museos y galerías, todas con distintos reconocimientos de excelencia otorgados por entidades gubernamentales y organizaciones internacionales especializadas. Uno de los principales beneficios que ofrece, además de su belleza per sé, es la facilidad para utilizarla como columna vertebral desde la que conectar con las distintas calles transversales, que pueden llevar al turista a explorar el resto del Centro Histórico, aquella joya universal que en 1978 fue declarada por la UNESCO como Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad, y de la que sus habitantes se sienten tan orgullosos.

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