Viudas y Testamentos ecuatorianos de Fin de Año
Las viudas y testamentos son dos costumbres ecuatoriana de las festividades de Fin de Año, vinculadas al Año Viejo o Monigote, cuya historia ya he abordado en un artículo anterior. Pero para entenderlas en su actualidad, es necesario rastrear su historia.
Empecemos diciendo que ambas se originaron a finales del siglo XIX e inicios del XX, ya cuando los Años Viejos estaban arraigados en la cultura popular ecuatoriana. Siendo claro que constituyen una representación de las costumbres funerarias formales, en donde el fallecido, es decir el año que se va, deja no solo una viuda y deudos, sino también un documento con su última voluntad y para repartición de sus bienes.
Las Viudas
En el caso de las Viudas, que generalmente son hombres disfrazados de mujeres en duelo, se puede decir que hasta mediados del siglo XX vestían como una verdadera viuda de la época, con largos vestidos y mantillas, pero escondiendo sus rostros tras una careta de papel maché, siendo acompañadas por un cortejo funerario de otras personas.
Su aparición respondió a la búsqueda por completar el cuadro típico de un funeral, y por ello también recorrían las calles con el Año Viejo a cuestas, mientras lloraban exageradamente. Simultáneamente inició la costumbre de pedir unas monedas para financiar el entierro, que servían para financiar los gastos de elaboración del Monigote y el alcohol que repartían entre los vecinos.
Algunas viudas más jocosas coqueteaban al pedir la limosna, aludiendo que ahora eran nuevamente libres y además experimentadas en las artes de complacer al marido en la intimidad, naciendo así ese acostumbrado comportamiento que fue exagerándose con el tiempo. Bajo este mismo principio evolucionó la vestimenta, que pasó del vestido recatado mencionado en líneas anteriores, a las minifaldas, blusas escotadas, maquillaje excéntrico y pelucas.
El Testamento
Por otro lado, el Testamento apareció algo más tarde que las Viudas, ya en el siglo XX, pero igualmente vinculado a esa representación de las costumbres funerarias formales. Aunque a diferencia de un testamento dejado por una persona fallecida, el de Fin de Año busca dejar cosas positivas e intangibles para ser usadas durante el nuevo año y así hacerlo mejor que el anterior, siendo elaborado siempre a modo de copla y en tono jocoso.
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