Pase del Niño
El Pase del Niño es una costumbre navideña arraigada en la comunidad católica ecuatoriana, que se cree nació con las Novenas a finales de la época virreinal, mismas que se celebraban inicialmente en las iglesias parroquiales.
Después de la misa del día 24 de diciembre se sacaba la imagen del recién nacido Niño Jesús en procesión por las calles de los pueblos rurales, sobre todo de la Sierra centro y sur de Ecuador, mientras la gente coreaba villancicos, y al pasar de los años algunos comenzaron a disfrazarse de personajes relacionados a este capítulo bíblico.
Con el tiempo se institucionalizó estas procesiones, que fueron llamadas Pases del Niño, y comenzaron a contar con padrinos, priostes y un orden estricto de personajes participantes. También se incluyeron comparsas y carros alegóricos para acompañar la procesión, así como fuegos artificiales, pamba-mesas y regalos para los niños al final de la misma. Todo esto terminó dándole un carácter más folklórico al evento, probablemente sincretizando con las tradiciones festivas de las comunidades indígenas campesinas.
La costumbre se trasladó a las grandes ciudades recién durante el siglo 20, con la oleada de migración campesina a los centros urbanos, razón por la que su importancia es mayor en los barrios populares donde estas comunidades se asentaron.
El evento de este tipo que más relevancia tiene en el país es el Pase del Niño Viajero, en Cuenca, con cerca de 70.000 participantes cada año, cuyo origen se remonta a 1933 con una escultura bendecida en Roma por el Papa Juan XXIII, y de allí lo de “viajero”. Otros Pases del Niño con importancia son los de Riobamba en Chimborazo, que se celebra el 6 de enero, así como el del Niño de Isinche en Cotopaxi, y el del Guasmo en Guayaquil.
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