Una princesa Borbón-Dos Sicilias en Quito

La Princesa María Cristina, circa 1925.
María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y Wittelsbach nació el 4 de mayo de 1899 en la ciudad de Madrid, donde se había exiliado la familia real de las Dos Sicilias tras la desaparición del Reino en 1861. Era la segunda hija de los príncipes Fernando Pío De Borbón-Dos Sicilias y María Luisa Teresa de Baviera, esta última hija a su vez del rey Luis III de Baviera.

Su padre era sobrino de Francisco II, último monarca de las Dos Sicilias que murió sin descendencia, y desde entonces la línea de pretendientes al trono napolitano pasó al abuelo y luego al padre de María Cristina con los títulos de Duques de Calabria y Condes de Caserta, lo que sumado a los derechos dinásticos de su familia materna en Baviera, hacían de ella una princesa legítima ante todas las Cortes europeas.

Pese a que en su juventud fue considerada una mujer bastante bella, la princesa permaneció soltera hasta la avanzada edad de 47 años, cuando estando en Roma conoció a Manuel Sotomayor-Luna y Orejuela, un diplomático ecuatoriano que se encontraba en la capital italiana desde 1944, ejerciendo como el primer embajador oficial de su país ante El Vaticano.

Manuel había nacido en la ciudad de Quito el 27 de noviembre de 1884, hijo del rico hacendado guayaquileño Manuel Sotomayor-Luna y Miró y la aristócrata quiteña Rosa Orejuela Arteta, de cuyas incontables propiedades destacaban las haciendas Pavana, Soberana y La Menaida, en el cantón de Vinces. El noviazgo con la princesa María Cristina le valió al quiteño entrar en los más altos círculos de la nobleza europea, incluso vinculándose a la familia real española, pues María Cristina era tía paterna de la condesa de Barcelona, madre del futuro rey Juan Carlos.

Manuel Sotomayor-Luna y Orejuela,
esposo de la princesa. Circa 1930.
En febrero de 1948 Sotomayor-Luna recibió la propuesta para convertirse en candidato a la Vicepresidencia del Ecuador como binomio del conservador Manuel Elicio Flor Torres, y decidió aceptarla, por lo que empezó a planear su regreso al país no sin antes concretar su relación amorosa. Fue así como la princesa María Cristina y Manuel se casaron el 2 de mayo de 1948 en una ceremonia civil a la que asistió el recientemente nombrado embajador ecuatoriano en Italia, Rodrigo Jácome Moscoso.

Al día siguiente, 3 de mayo, se celebraron unos esponsales eclesiásticos muy íntimos; y ese mismo día por la tarde, en audiencia con Pío XII, el papa les daría su bendición personal. Dos semanas después María Cristina y Manuel salieron de Roma en un auto conducido por Lorenzo Conti, con destino a Baviera para despedirse de los padres de la princesa.

A su llegada a Quito la pareja se estableció en una cómoda residencia del aristocrático barrio La Mariscal, que por aquel entonces era una verdadera ciudad jardín de palacetes y mansiones al estilo de las grandes capitales europeas. Por su parte, la princesa María Cristina se convirtió en toda una celebridad para los quiteños que nunca antes habían tenido tan cerca a un miembro de la realeza. 

En aquella época en Ecuador se elegían por separado al presidente y vicepresidente de la República, sin importar que fueran o no binomio. Fue así como Sotomayor-Luna se convirtió en vicepresidente del candidato opositor, Galo Plaza Lasso, aunque eso no fue un obstáculo para que tomara su trabajo con la mayor seriedad y en beneficio del país. De acuerdo a la Constitución de la época, también le correspondían los cargos de presidente del Senado y del Congreso.

María Cristina en sus últimos años de vida.
El 26 de julio de 1949 tuvo lugar un ataque simultáneo a las residencias del presidente y el vicepresidente, dirigidas por Julio Germán, subinspector de la Guardia Civil, que propició en Sotomayor-Luna una angina de pecho de la que decidió recuperarse en la ciudad de Guayaquil, a la que viajó junto a su esposa María Cristina, y donde un par de semanas más tarde le sobrevino la muerte, el 16 de octubre de 1949.

La Princesa quedó entonces viuda y sin hijos a solo poco más de un año de haber contraído matrimonio, regresó a la ciudad de Quito para enterrar a su esposo en la Cripta de la iglesia de Santa Teresita, cercana a su mansión en La Mariscal. Allí María Cristina, que se había casado profundamente enamorada, juró nunca separarse de la tierra en la que no solo se encontraban los restos de su amado Manuel, sino de la que tanto le había hablado él cuando se conocieron en Italia, y así lo hizo.

En 1966 recibió la visita de su hermana, la princesa Urraca, con quien se embarcó en un auto y condujeron por varios parajes del Ecuador, llegando incluso al Oriente, región que enamoró a las dos princesas según palabras de la misma Urraca en una entrevista concedida a diario El Comercio en abril de 1985, después del deceso de su hermana.

En mayo de 1980 se reunió con su sobrino-nieto, el rey Juan Carlos I de España, que estaba de visita de Estado en Ecuador; aunque al parecer el encuentro de carácter privado habría sido propiciado por el propio monarca, pues la Cancillería ecuatoriana pasó totalmente por alto que la Princesa residía en el país y por ello no fue invitada a ningún acto, ni tan siquiera a la recepción que el presidente Jaime Roldós Aguilera ofreció en el Palacio de Carondelet.

Los último años de vida María Cristina luchó contra la arterioesclerosis, por lo que su hermana menor, la princesa Urraca, viajó hasta Quito para atenderla. Para entonces vivía en la calle La Colina, vecina por un costado del general Luis Cabrera Sevilla (miembro de la Junta Militar de Gobierno de 1963), y por el frente del señor Iglesias (gerente de la Fosforera Nacional). En aquella época era atendida por su dama, doña Margarita Acosta, que alegró la vida de la anciana princesa junto a sus dos pequeños hijos Mónica y Carlos Eduardo.

Según Acosta, María Cristina era una mujer siempre risueña y humilde de carácter, muy educada y que sabía cantar muy bien. Le gustaba la jardinería y tenía su propio huerto de hortalizas en su casa de la calle La Colina, también era una gran lectora y jugadora experta de bridge.

Se cuenta que pasó muchas dificultades económicas y que incluso llegó a vender varias de sus joyas y otros objetos de valor que había traído de Europa. Falleció en el completo anonimato, el 14 de abril de 1985, a la edad de 85 años, siendo sepultada en las criptas de Santa Teresita junto a su esposo, donde se puede leer en la placa "S.A.R. PRINCIPESSA MARIA CRISTINA DI BORBONE DELLE DUE SICILIE DE SOTOMAYOR LUNA".

Las princesas de las Dos Sicilias:
María Antonieta (1), María Cristina (2)
y Bárbara María (3). Circa 1905.
La princesa María Cristina (abajo, al centro) junto a la
Familia Real de las Dos Sicilias.
Imagen: Diario El Comercio.

La princesa María Cristina y su esposo, el
vicepresidente Manuel de Sotomayor-Luna.
Imagen: Diario El Comercio, colección de
Luis Azuaero H.

Sepelio de Manuel Sotomayor-Luna, esposo de la
princesa María Cristina de Borbón-Sicilias. Al
centro el presidente ecuatoriano Galo Plaza Lasso,
junto a los del Congreso y de 
la Corte Suprema
de Justicia. Quito, 1949.
Margarita Acosta, dama de la Princesa en sus últimos años,
junto a su hijo Carlos Eduardo. Juntos cuidaron a María
Cristina por más de una década.
Imagen: Diario El Comercio.

La princesa Urraca de Borbón-Dos Sicilias,
hermana de María Cristina. Roma, 1993.

Referencias

  • McNaughton, C. Arnold (1973). "The Book of Kings: A Royal Genealogy", volúmen 1, p.438. Londres: Garnstone Press.
  • "Genealogía de la Casa Real de Borbón-Dos Sicilias", p.5. Roma: Web de la Casa Real de Borbón-Dos Sicilias.
  • Velasco T. Mariana. "María Cristina de Borbón: una princesa que cumplió un juramento por amor", publicado el domingo 21 de abril de 1985 en Diario El Comercio (Quito), sección A, p.13.
  • Pérez Pimentel, Rodolfo. "Diccionario Biográfico del Ecuador", tomo XXII, p.321. Guayquil: Universidad de Guayaquil.
  • Luna Tobar, Alfredo (2007). "La misión diplomática Sotomayor Luna ante la Santa Sede". Quito: Ediciones Abya-Yala.
  • "Noticias necrológicas: María Cristina de Borbón-Dos Sicilias". Publicado el 22 de abril de 1985. Buenos Aires: Diario El País.

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